* EL DESAFÍO
Este proyecto se desarrolló como entrega final para mi titulación como diseñadora, en el cual debía identificar una problemática significativa y desarrollar una solución concreta a través del diseño. A partir de eso, abordé una realidad muchas veces invisibilizada: el duelo infantil. Durante la infancia, el proceso de duelo tras la pérdida de un ser querido suele ser complejo y poco comprendido por el entorno adulto. Muchos niños enfrentan dificultades para identificar, comprender y expresar sus emociones debido a su nivel de desarrollo cognitivo y emocional. A esto se suma la escasez de herramientas adecuadas y accesibles que acompañen este proceso desde una perspectiva lúdica, simbólica y adaptada a sus necesidades reales. Esta falta de recursos puede obstaculizar la elaboración saludable del duelo, afectando su bienestar emocional a corto y largo plazo.
* LA SOLUCIÓN
Para abordar la complejidad emocional del duelo infantil desde el diseño, se desarrolló Oté, un kit de acompañamiento emocional dirigido a niños de 6 a 10 años que enfrentan la pérdida de un ser querido. El proyecto integró un enfoque empático y lúdico, compuesto por un peluche terapéutico con más de 60 combinaciones de expresión, tarjetas de emociones ilustradas con un lenguaje visual y cromático comprensible para el público infantil, y una guía para adultos que orienta el proceso de acompañamiento. La solución propone una herramienta simbólica, interactiva y emocionalmente significativa, diseñada para facilitar la identificación, comprensión y expresión de emociones en la infancia.
* EL RESULTADO
El resultado fue un proyecto integral y validado, tanto desde el diseño como desde el ámbito psicológico, que logró traducir una problemática intangible en una experiencia concreta de apoyo emocional. El kit fue testeado en contexto terapéutico y cotidiano, demostrando ser comprensible, cercano y funcional para los niños y adultos que lo utilizaron. Oté se consolidó no solo como un objeto, sino como un sistema de contención emocional que refleja el potencial del diseño como herramienta para generar impacto social y acompañar procesos humanos complejos como el duelo infantil.
